Es un pecado no obedecer a la sagrada voz inefable de nuestras entrañas. ¡Al purgatorio irá quien cometa tan blasfemo crimen!
Ayer, conversando con un amigo, me puse a pensar en el sin-sentido de los escritos de los grandes filósofos de la historia de la humanidad. "Ellos escriben de una forma complicada para que la gente cerda no los entienda... el punto es, ¿quiénes son ellos para decir quién es o no un cerdo?" Me dijo mi amigo. Y luego -hoy- concluí que, ciertamente, hacen de algo tan sublime un asunto críptico y elitista... de tal forma que quien no domina ciertas habilidades lingüísticas deberá resignarse a no entender ni jota de lo que está leyendo... ¿tiene un gran sentido aquello? O sea, ¿qué finalidad tienen entonces estos escritos? Porque no cambian la humanidad así. Es un vil egoísmo. Un egoísmo cupular... un egoísmo típico del Olimpo, ¿o me equivoco?
& es que según mi juicio, los dones individuales han sido otorgados para ser compartidos, de lo contrario... ¿tiene algún sentido la vida en sociedad? ¡Pero obvio que no! Me cuesta entender cómo hay gente que no entiende conceptos tan básicos sobre algo tan cotidiano, y se enorgullecen de vivir vidas inconducentes, intrascendentes... equívocas. ¿Y quién eres tú para aseverar algo así?
Es todo esto parte de una metaforización innecesaria, de una metonimia sin sentido... ¡demos rienda suelta a los grafemas más entendibles y dancemos al son de la colectividad! Que más bienaventurado es quien comparte y enseña, que quien oculta y recela.
Ha llegado la hora del juicio final. La hora de entender... que vinimos al mundo para vivir en sociedad. Asumámoslo.