20120430

ten piedad de un simple mortal.

.
.
.
.
.

Eran las cinco de la mañana... cuando apagué la luz. Me acosté transversalmente sobre mi cama y cerré los ojos. Tal como lo dijo. Y escuché.

Muy señora mía, ten piedad de un simple mortal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La melodía de una rumba me dijo: "el secreto no está en la tumba, sino en el vivir".