"Gabriel:
La última vez que nos vimos estábamos parados en una vereda, despidiéndonos. Besándonos.
Fue el 8 de septiembre del año pasado. Me acuerdo de tu cara ese día: sonreías, tratabas de hacerme sentir tranquila, segura; pero tus ojos decían otra cosa. Tenías miedo, yo sabía que tenías miedo, pero no por ti... por mí, por lo que pudiera pasarme. Y han pasado tantas cosas.
Tú te fuiste. Te mataron. Y yo me quedé acá, me quedé acá, pero algo de mí también se murió. Desde hace meses que lloro todas las noches y vuelvo a pensar en nosotros. Muchas veces llegué a pensar que habría preferido irme contigo. Quería irme contigo. Sí, lo pensé. Pero hoy pienso distinto. Hoy siento distinto... tal como tú me lo pediste: tengo que seguir viviendo, porque si no lo hago tu muerte y tu sacrificio no tendrían ningun sentido y no voy a dejar que eso pase. Yo no les voy a dar el gusto de que me maten. Tengo que ponerme de pie por ti, por mi familia, por esta lucha que tantos hemos dado.
No te voy a olvidar nunca. Te amo y te voy a seguir amando siempre, pero tengo que seguir viviendo."
No hay comentarios:
Publicar un comentario
La melodía de una rumba me dijo: "el secreto no está en la tumba, sino en el vivir".