Mirarse frente al espejo... y no reconocer a quien ves.
Mirarse las manos... y no entender por qué están sucias.
Mirarse a los ojos... y darse cuenta de que no son los mismos.
Escucharse y observar y sentirse... avergonzado.
Verse y preguntarse qué has hecho contigo mismo.
Mirar el suelo... y querer huir.
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La melodía de una rumba me dijo: "el secreto no está en la tumba, sino en el vivir".